Andrea Ortiz Parera
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Andrea Ortiz Parera

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Cómo los Gremlins te ayudarán a escribir sin faltas de ortografía

Cómo los Gremlins te ayudarán a escribir sin faltas de ortografía

 

A estas alturas de la partida todo el mundo sabe que en cualquier discusión en redes sociales, si se va perdiendo y surge la ocasión, hay que jugar la carta de la mala ortografía del contrincante. Aunque la supuesta falta se deba obviamente a un ‘miss click’, o pequeño desliz que nos puede ocurrir a todos al teclear, aunque se trate de algo tan habitual como no poner los signos de interrogación o exclamación al inicio de una frase. En una discusión deberemos ser absolutamente intransigentes, los guerreros de la RAE. Eso sí, procuremos tener a mano el diccionario y revisar cualquier comentario antes de enviar, porque podríamos tener que tragarnos nuestra propia medicina

 

Y es que nadie está exento de cometer errores, por mucha formación que tenga y por muy buena intención y ganas que le ponga, a menudo los errores ‘aparecen’. Incluso quienes nos dedicamos al mundo de las letras y sufrimos constantemente el dolor ocular, y a veces también auditivo, que implica frecuentar las redes sociales, nos sorprendemos cuando releemos nuestros propios escritos y encontramos en ellos errores que se nos habían pasado, incomprensiblemente, por alto.

Todos nos equivocamos

Errare humanum est, errar es humano. Y echarle la culpa a otro de tus errores es todavía más humano ¿No creéis? Las listas de excusas que se han ido inventando durante la historia de la humanidad para tapar todo tipo de errores son variopintas, ingeniosas y para todos los gustos. Y como no, también tenemos una excusa para cuando nos equivocamos escribiendo, así que seguid leyendo, que vamos a callar bocas a todos esos que no han pasado de la primera hoja del manual de discusiones en redes sociales. 

 

Como ya sabéis los que seguís mi blog, me gusta hablar de películas y series. Y si son con cierto aire viejuno, vintage u ochentero, mejor. Si no seguís mi blog, podéis dejar de leer aquí, ir a leer los otros posts y volver, que esto no se borrará ni se autodestruirá. Dicho esto, habréis visto que normalmente tan solo hago una pequeña mención de pasada, pero hoy haré una excepción. Hoy hablaré de Gremlins.

Gremlins: hoy sí

La película Gremlins es del año 1984, y cuenta una bonita historia navideña en la que un cuasi adulto recibe un regalo de su padre inventor. El regalo es un Mogwai, un ser adorable y peludo al que pone de nombre Gizmo. Tan solo hay tres reglas para cuidar a Gizmo, por supuesto el chaval incumple las tres, y se desata el desastre. El pueblo se infesta de gremlins y la blanca y alegre Navidad se transforma en otra cosa algo más... movidita. No cuento más para que no me digan nada los llorones de los spoilers, pero bueno, que es del 84, o sea que, tiempo de verla habéis tenido.

 

Los que nos enseña Gremlins son dos cosas, la primera es que nunca hay que regalar animales, del tipo que sean, como mascota. La segunda es que da igual las normas que se pongan, que sean muchas o pocas, fáciles o difíciles de cumplir, siempre se incumplen. Dicho esto, que no tiene nada que ver con lo que os quería explicar, pero que me apetecía decir, os cuento que la película está inspirada en unos seres mitológicos malévolos que se creía que saboteaban todo tipo de herramientas y maquinaria. De hecho, los pilotos ingleses de la Royal Air Force atribuyen muchos de sus numerosos e inexplicables accidentes en Oriente Medio durante la Segunda Guerra Mundial al sabotaje de estas criaturas...ehem. 

Antecedentes históricos de los Gremlins

Se pueden encontrar referencias a los gremlins ya en el S. XV, aunque por lo que respecta al mundo de las letras, estos son sustituidos por otra versión más antigua y demoníaca: Titivillus. Titivillus, es un demonio encargado de hacer errar la mano de los escribas a la hora de copiar las sagradas escrituras (o cualquier libro manuscrito en el que se estuviese trabajando en los monasterios) con la finalidad última de arrastrar sus almas y las de quienes leyesen esos libros con errores, a la perdición.

El demonio Titivillus

Encontramos la primera referencia a Titivillus en el Tractatus de Penitentia de John Galensis, en 1285. A este demonio también se le culpaba de los errores de mala pronunciación, omisión de palabras, balbuceos, palabras incorrectas o intercambiadas, etc durante el servicio religioso, el rezo, y después ya incluso durante cualquier tipo de conversación. En pocas palabras, que cuando los políticos sufren un lapsus en pleno discurso es porque tienen un demonio jugando en su boca y cuando tu pareja te llama por otro nombre no debes pensar mal, sino practicarle un exorcismo. Bromas a parte, esta creencia no salvó de la quiebra y la cárcel a Robert Baker, por lo que no recomiendo a nadie que utilice a Titivillus ni a los gremlins como excusa fuera de las batallas dialécticas en redes sociales.

Robert Baker y la Biblia Maldita

Robert Baker fue un impresor del S. XVII de gran reputación al que Carlos I de Inglaterra le encargó que, junto a Martin Lucas, reimprimieran palabra por palabra la ‘Biblia King James’. Pero en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:14) se omitió la palabra "no" en la oración "No cometerás adulterio", con lo que todas las biblias que se vendieron fácilmente estaban ordenando a los fieles que cometieran adulterio. Ni todas las menciones al demonio Titivillus hicieron que la ira del rey, al darse cuenta del terrible error, se calmara. Se multó y encarceló a los responsables mortales, dejando al demonio fuera de toda sospecha. También por orden del rey se buscaron y destruyeron todas las copias de la ‘Biblia Maldita’, aunque se rumorea que actualmente quedan 11 copias de la misma.

 

Como habréis comprobado, a pesar de que siempre encontremos una excusa para todo, a la hora de la verdad, pero verdad de la buena, esa excusa es muy posible que no nos sirva de mucho. Así que si sois redactores, os gusta escribir, o simplemente, sois de los que se preocupan por mejorar día a día, permitidme que os dé tan solo unos simples consejos que os ayudarán a crear unos textos mejores y os alejarán de los demonios, los gremlins y cualquier otro tipo de influencia maligna que pretenda boicotearos, como por ejemplo el autocorrector (en serio, hacedme caso, el autocorrector es el Mal, lo ideó, programó e instaló en los smartphones el mismo Titivillus con ayuda de tres gremlins).

 

Consejos para escribir sin faltas de ortografía

No exponer al Mogwai a las luces brillantes, lo lastiman. No debe recibir luz del sol, lo mataría.

Antes de sacar a la luz cualquier texto debes revisarlo. No lo expongas a luces brillantes si no estás seguro de que puede soportarlo. Antes de eso es preciso que te ocupes de comprobar bien si todo está correcto. Por supuesto el nivel de escrutinio puede depender mucho de la importancia que tenga ese texto para ti. No es lo mismo enviarle un mensaje a tu madre, que será mucho más benevolente ante cualquier error que comentas, que un email a un cliente.

Cuanta más importancia le des al texto que debe salir a la luz, más ‘capas’ de revisión debe pasar. En ese sentido ocurre algo curioso, y es que llega un punto en que muchas veces por mucho que leamos un texto no somos capaces de ver un error que está ahí, aunque sepamos que es un error. Nuestro cerebro no lo está viendo, lo omite.

Sin embargo, si imprimimos ese mismo texto y lo leemos, es muy probable que sí veamos el error. También pasa cambiando de dispositivo. Por ejemplo a mi me ha pasado volver a leer artículos que he escrito en mi ordenador portátil desde la pantalla de mi móvil y haber detectado numerosas erratas y fallos estilísticos que se me habían pasado por alto.

Si además tienes confianza con alguna persona a la que respetes por su buen hacer con las palabras, siempre es una buena idea pedirle que revise lo que has escrito. Ahí ya estás dejando entrar algo de luz, así que debes estar preparado para no sentirte lastimado y aceptar lo que te diga como algo positivo que te ayudará a evolucionar. 

Una vez pienses que tienes el texto lo suficientemente trabajado, exponlo a la luz del sol. Tal vez no sea perfecto, pero verás como no te mata. En realidad, tan solo tendrás que editar los errores y procurar no volver a cometerlos la próxima vez.

Jamás darle de beber agua, y mucho menos mojarlo.

Si sabes que no se escribe así ¿Por qué te empeñas en hacerlo? ¿Por moda? ¿Por la absurda creencia de que algún día la RAE cederá? ¿Por qué en realidad el idioma es de quienes lo hablan y las normas terminan adaptándose? Alfred Cortot dijo que ‘La característica de todo gran pianista no es ignorar la técnica, sino olvidarla’. Y tú no estás usando todas esas palabras inventadas y préstamos lingüísticos del inglés porque ya dominas los cultismos del español y conoces todo sobre este idioma. No estás 'olvidando' lo que sabes, reconoce que 'ignoras', y por eso das de beber a esas palabras prestadas de otros idiomas y esos neologismos sin sentido. 

No te molestes por lo que escribí, lo hacemos todos, es lo más cómodo. Es la globalización y nos adaptamos al modo de hablar en internet. De hecho cada vez conocemos menos palabras y nos manejamos peor en un idioma que es sumamente rico en palabras, expresiones y conceptos. Como la mayoría de lenguas romances.

En este apartado hago un inciso para hablar también a quienes escriben en catalán, que es un idioma en el que yo también he escrito y escribo mucho. Es importante respetar los idiomas en los que escribimos, sus normas, sus palabras, sus estructuras… pero también tratar de ir un poco más allá, recuperar aquellas que están algo más olvidadas, sacarles algo de lustre

Ya sea en calatán, castellano, gallego...no demos de beber a las modas que encharcan e inundan nuestros idiomas. A la hora de escribir, tratemos de mantenerlo seco. Seguro que si las buscamos, podemos encontrar las palabras necesarias para decir lo que queremos decir, las mejores palabras, la mejor ortografía, la mejor gramática y sin necesidad de mojarnos en otros idiomas.

Nunca alimentar al Mogwai después de la medianoche.

Dicho de otro modo, si vas a leer, lee libros. Tu dieta de lecturas es importante, y si te pasas el día en blogs y redes sociales nadie te asegura que no acabes escribiendo como si el mismísimo Titivillus se estuviese montando una fiesta dentro de tu cuerpo mientras los gremlins se han adueñado de todos los aparatos electrónicos de tu casa.

Y antes de que lo preguntes, no, los libros electrónicos que te descargas en PDF en sitios de dudosa reputación no cuentan como libros. Tampoco esos que te regalan a cambio de tus datos para tratar de venderte un curso después. 

Me refiero a libros que han sido editados por una editorial, y que por tanto han sido revisados. Esos libros han pasado por las manos de uno o varios revisores y raras veces tienen errores ortográficos, por lo que si lees mucho, a fuerza de ver como se escriben las palabras, acabas aprendiendo a escribirlas tú. 

Por descontado, en los libros también es posible hallar errores de ortografía. Titivillus no descansa. Pero ¿y lo orgulloso que te sentirás cuando seas tú el que detecte uno de esos errores?

 

Para finalizar, tan solo espero que esta vez los gremlins se hayan portado bien conmigo. Como siempre, yo no hago mucho caso de las normas, y voy a colgar esto sin hacer ni una revisión (Oleeeeeeee). Supongo que mañana cuando lo lea en mi teléfono móvil comenzaré la fiesta de la edición. Mientras, tenéis toda la noche para enviarme mensajes con todos los errores que detectéis. Gracias por leer hasta aquí. 

 

Y si tenéis una de las 11 Biblias Malditas, ya sabéis...