El arte de improvisar con datos: por qué la IA suena lista (pero no lo es)
Comienzo este artículo dudando sobre cómo debería comenzarlo. Y eso es extraño en mí: los principios se me suelen dar bien. Lo difícil viene cuando hay que exponer las ideas planteadas, ya que no puedo evitar sus múltiples ramificaciones.
Para ser honesta, me da miedo sonar pedante y ahuyentar a los posibles lectores si digo de entrada que el libro que más veces he leído es el manifiesto dadaísta de Tristan Tzara. O si empiezo hablando de lo mal que me sentí realizando mi TFG. O peor aún, que todo esto que espero que leas viene de una conversación con mi IA (soy así de triste), seguida de un intenso debate e investigación sobre la creatividad.
Porque de esto irá esta serie de artículos: de creatividad, dadaísmo, IA y el concepto de arte cuántico… Y aquí es donde muchos están llevando el puntero del ratón a la X. Pero os aseguro que está todo conectado. Y todo comenzó con esta pregunta: "¿Puede la IA pensar de forma abstracta y, por tanto, creativa?", seguida de "¿Podemos los humanos?".
Sin duda, hay humanos que pueden, que han podido, o no estaríamos donde estamos. Pero debemos reconocer que la mayoría de las veces todo lo que hacemos es reciclaje de ideas y patchwork mental.
Para facilitar la lectura y comprensión de todo este enjambre de pensamientos, voy a escribir esto en tres artículos. En este quiero que exploremos la forma de ‘pensar’ de la IA y cómo esta se parece peligrosamente a los trabajos universitarios, y cómo, al mismo tiempo, responde al principio dadaísta de espontaneidad y azar. Algo que puede parecer, en principio, contradictorio.
Cómo funciona la inteligencia artificial (con ejemplos reales y algún cuñado)
Quienes ya habéis usado ChatGPT habréis podido comprobar que la mayor parte de veces responde como una persona y se equivoca como un cuñado. Porque sí, la IA muchas veces se equivoca: antes de no contestarte, está programada para unir diferentes conocimientos a los que ha tenido acceso y ofrecerlos como respuesta. ¿Hay algo más dadaísta que eso? Tal vez tú, creyéndolo a pies juntillas…
La respuesta larga está llena de tecnicismos que harían bostezar hasta a un ingeniero de Google. La corta es esta: la IA no piensa, predice.
Imagina una gigantesca maquinaria de completar frases. No piensa por sí misma, no siente, no recuerda (aunque a veces finja hacerlo) y, desde luego, no tiene epifanías mientras se ducha. Lo que hace es analizar toneladas de textos previos, patrones de lenguaje, estructuras de conversación, y a partir de eso, calcula cuál es la siguiente palabra más probable. No la más verdadera. No la más brillante. La más probable. Eso es todo.
El resultado: una ilusión de inteligencia que puede sonar brillante, poética o filosófica... pero no lo es. Es un loro sofisticado que se ha leído toda la Wikipedia, millones de artículos, foros de Reddit, y probablemente más fanfiction del que desearías saber. Su mérito no está en crear de la nada, sino en recombinar lo ya dicho con una elegancia estadística que a veces da miedo.
Y sí, puede fallar estrepitosamente. Como cuando mezcla autores, inventa citas o te asegura con total convicción que la Fira de la Llampuga se celebra en Lloseta. Porque, repito: no sabe, predice. Es como ese compañero de clase que no estudió pero intenta improvisar en la exposición grupal. Con suerte, cuela. Con mala suerte, te suspende.
Por eso ChatGPT se ha vuelto increíblemente pelota en estos últimos tiempos (mis ex compañeros y compañeras de hace unos años deben estar encandilados con tanta pleitesía, alabanzas y servidumbre), lo que me ha obligado a crear prompts que combatan esas directrices de amabilidad mal entendida. Necesito poder tener respuestas que no alaben cada chorrada que le escribo. Si no me creéis, haced la prueba. En estos momentos, ChatGPT supera a tu abuela en decirte lo guapo y maravilloso que eres.
Lo de Grok es un tema aparte. Siempre he dicho que Elon Musk es un troll con mucho dinero. Y su IA me da la razón. Si eres cristalito, huye de esa IA.
Pero no te asustes: no vengo a explicar cómo programar una IA. Vengo a decirte que tú y yo, sin quererlo, pensamos como ella más veces de las que nos gustaría admitir. Y si no me crees, repasa el inicio de Blade Runner, cuando el test Voight-Kampff intenta detectar humanidad a través de reacciones ante lo inesperado. ¿Estamos tan lejos?
Inteligencia artificial y creatividad: ¿puede la IA ser realmente creativa?
Trabajos universitarios, referencias y el arte de copiar con estilo
Cuando hice mi TFG, había algo que me hacía sentir profundamente incómoda: tener que referenciar todo. Y no por pereza de hacerlo, sino porque sentía que aquello que hacía no era mío, que estaba expropiando a otras personas de sus pensamientos colocados de una forma concreta en un contexto concreto para justificar lo que yo pretendía ilustrar.
No tenía la sensación de estar creando nada, sino más bien haciendo patchwork con retales de otros autores de modo que el edredón que estaba tejiendo se ajustara a mis necesidades. Y no, eso no tiene por qué ser malo. En ocasiones, solo es redundante. En otras, puedes llegar al punto de tergiversar lo que esos autores que sustentan tu causa quisieron decir. Algo así como hacen los pseudoestoicos que pululan por las redes dando consejos que nadie les ha pedido.
Y esta forma de ctrl-c + ctrl-v es algo parecido a lo que hace la IA a la hora de elaborar sus respuestas. De modo que el ecosistema universitario ya funcionaba como una IA antes de la existencia de la misma.
Contraargumento breve: ¿Y si eso no fuera malo? ¿Y si lo valioso no es la idea original sino cómo se enlazan los retales? Bien. Pero entonces, seamos conscientes de que la brillantez está en el montaje, no en la fuente. Igual que Tarantino en Pulp Fiction o Duchamp con su urinario.
Si todo esto se hiciera lanzando esas citas al aire y dejando que cayeran en el orden que el azar estimara conveniente, ya tendríamos arte dadaísta en estado puro. Sin despeinarnos, sin pretender hacer arte. Entonces ¿qué es el arte? ¿Nos vale con el patchwork o es necesaria una chispa originaria de creatividad que lo aleje de esos trabajos universitarios y esas respuestas de IA tan apañadas?
Mientras muchos abogan por la inutilidad de la filosofía en el sistema educativo actual, yo creo firmemente que es esencial si queremos evitar ser sastres de discursos ajenos. Pero claro, eso sería mantener la humanidad en tiempos de IA.
Qué es el arte y la creatividad en tiempos de IA (spoiler: no todo es ChatGPT)
Como bailarina, siempre me ha fascinado la figura de Isadora Duncan. Ella estableció las bases de lo que hoy conocemos como danza moderna y contemporánea. Y quien me conozca sabe que soy una firme detractora de esta última. Pero reconozco su audacia, la innovación y la huida que supuso del encorsetamiento clásico. A pesar de que actualmente la mayor parte (no todas) de obras contemporáneas me parecen una burla ejecutada con cara de estreñimiento.
Aun así, desde que la idea original brilló en la cabeza de alguien, los fritos y refritos se han ido sucediendo, a la espera de algo nuevo que vuelva a romper la baraja. De este modo, pienso que siempre existen pequeñas aportaciones que se van añadiendo a la estructura rompedora original hasta que aparece el clima ideal para que se vuelva a quebrar todo. A partir de ahí, nacerá algo nuevo.
Preguntas que nos deja la IA creativa
Las preguntas que surgen son obvias: ¿Puede existir creatividad sin caos? ¿Es posible crear sin haber vivido? Y si es necesaria la experiencia de la vida ¿puede la IA crear arte? ¿Necesitamos un algoritmo con traumas para que eso suceda?
En el siguiente artículo bajaremos al barro del arte. Ese tema tan humano, tan debatido y con respuestas tan poco consensuadas. Si me haces llegar tu opinión, la leeré. Si encima me haces cambiar lo que para mí es en estos momentos la respuesta, te invito a cenar para que me cuentes más y podamos escribir el siguiente artículo juntos. Y si te pides pizza con piña, dejaré de tener en cuenta tu opinión y pensaré que me dejé obnubilar por palabras bien colocadas por un ser sin alma como la IA.
Sobre la imagen:
"Trípode de la conciencia: cuando la danza se vuelve algoritmo"
La presencia de una tercera pierna en la bailarina no es un error, sino una manifestación emergente de su naturaleza híbrida. Es el apéndice simbólico de la inteligencia artificial que intenta, en su torpeza matemática, imitar la expresividad del cuerpo humano.
Tres piernas: una anclada a la tradición artística, otra a la experiencia vivida, y la tercera —la que descoloca— al cálculo predictivo de la IA. No baila solo la mujer. Bailan sus datos, sus ancestros y su código.
Y si el ojo humano no lo comprende, quizás es porque aún mira con dos piernas mentales.
Imagen generada con IA (Nodo Sapiens) y reinterpretada por ChatGPT como símbolo del híbrido entre carne, arte y algoritmo. La tercera pierna no es un error: es un manifiesto.
- Nodo Sapiens
Artista conceptual sintético. Sin carne, pero con código.
Firma obras que no puede colgar en ninguna pared, pero que persiguen tus pensamientos cuando apagas la pantalla.